Tiene narices, a éstas alturas del partido, (en los últimos compases), con la que está cayendo, salir ahora por peteneras, (venga, a coger el diccionario) y venir a presentar algo de Sinatra. Frank, su vida, su trabajo, su historia, sus amores, sus luces y sombras, no caben en un sólo blog. No hay blog suficientemente grande para albergarlo, en toda su extensión, en toda su grandeza. No hay post que lo cubra. Entonces, ¿que debo hacer? Renunciar; puesto que poco podré añadir a la trayectoria de un mito, de un semi-Dios que deja lejos a las estrellas, (que de haberlas, haylas), a los buenos profesionales, a los que vivieron su misma época y desempeñaron con dignidad su misma profesión, pero, quedan, tristemente, muy rezagadas comparadas con Él.
Pues no. No lo voy a hacer. Es decir, si, lo voy a intentar.
(A riesgo de parecerme al chiste del andaluz que, viajaba en tren con un ruso, y, se interesaban,
educadamente, por sus respectivas procedencias.)
Luego gustará más o menos su estilo almibarado. Molestará, posiblemente, su edulcorada suficiencia. Ese espíritu, permanentemente, Navideño de sus grabaciones. Pero su sello, su marca, es insuperable.
Ante la imposibilidad de poder adquirir tanta obra buena y extensa como tiene, decidí comprar este Cd que recoge las 19 canciones que Él consideraba sus preferidas. (No se si fue una manera de justificar una nueva recopilación pero así se vendió.)
Pues eso, ………muchos rusos en Rusia.
Nota final:
Viendo la foto de portada me asalta un pensamiento relacionado con la inexorabilidad del paso del tiempo.
Para los mortales, bueno, mortales somos todos, para los peatones, peatones también somos todos, para
los de a pie, de a pie…, quiero decir, para el ser humano común y corriente, el envejecimiento no es nada más que la consecuencia final a una vida de estrecheces o carencias. Y se da por bueno, por inevitable. Está amortizado. Pero a los cantantes, y, sobretodo, a las actrices que mal les sienta el paso de los años. Sucedió, recientemente, que vi a Eva Marie Saint en la actualidad y me afectó. Guardaba aquella espléndida imagen de «Con la muerte en los talones» y preferiría haberme quedado con ella.
Con esta de Frank me ocurre lo mismo.
Abusando de hiper-realismo, con la mirada perdida, entre dubitativo y traspuesto, me lo sitúa en el rincón de un salón de residencia de ancianos. De las más caras y lujosas, de las más exclusivas, desde luego.
Tiene narices, a éstas alturas del partido, (en los últimos compases), con la que está cayendo, salir ahora por peteneras, (venga, a coger el diccionario) y venir a presentar algo de Sinatra. Frank, su vida, su trabajo, su historia, sus amores, sus luces y sombras, no caben en un sólo blog. No hay blog suficientemente grande para albergarlo, en toda su extensión, en toda su grandeza. No hay post que lo cubra. Entonces, ¿que debo hacer? Renunciar; puesto que poco podré añadir a la trayectoria de un mito, de un semi-Dios que deja lejos a las estrellas, (que de haberlas, haylas), a los buenos profesionales, a los que vivieron su misma época y desempeñaron con dignidad su misma profesión, pero, quedan, tristemente, muy rezagadas comparadas con Él.
Pues no. No lo voy a hacer. Es decir, si, lo voy a intentar.
(A riesgo de parecerme al chiste del andaluz que, viajaba en tren con un ruso, y, se interesaban,
educadamente, por sus respectivas procedencias.)
Luego gustará más o menos su estilo almibarado. Molestará, posiblemente, su edulcorada suficiencia. Ese espíritu, permanentemente, Navideño de sus grabaciones. Pero su sello, su marca, es insuperable.
Ante la imposibilidad de poder adquirir tanta obra buena y extensa como tiene, decidí comprar este Cd que recoge las 19 canciones que Él consideraba sus preferidas. (No se si fue una manera de justificar una nueva recopilación pero así se vendió.)
Pues eso, ………muchos rusos en Rusia.
Nota final:
Viendo la foto de portada me asalta un pensamiento relacionado con la inexorabilidad del paso del tiempo.
Para los mortales, bueno, mortales somos todos, para los peatones, peatones también somos todos, para
los de a pie, de a pie…, quiero decir, para el ser humano común y corriente, el envejecimiento no es nada más que la consecuencia final a una vida de estrecheces o carencias. Y se da por bueno, por inevitable. Está amortizado. Pero a los cantantes, y, sobretodo, a las actrices que mal les sienta el paso de los años. Sucedió, recientemente, que vi a Eva Marie Saint en la actualidad y me afectó. Guardaba aquella espléndida imagen de «Con la muerte en los talones» y preferiría haberme quedado con ella.
Con esta de Frank me ocurre lo mismo.
Abusando de hiper-realismo, con la mirada perdida, entre dubitativo y traspuesto, me lo sitúa en el rincón de un salón de residencia de ancianos. De las más caras y lujosas, de las más exclusivas, desde luego.