Miles Davis – The Time Of The Barracudas
Decía el tango Fumando Espero de Juan Viladomat y Félix Garzo, que, efectivamente, fumar era un placer, genial, sensual. Eso lo decía en 1922 y desde entonces ha llovido mucho aunque esta imagen de transcurrir el tiempo habrá que ir desechándola por que es mentira, ya no llueve o como debería.
Y han cambiado muchas cosas hasta el extremo de que un hábito publicitado por el cine y aceptado socialmente, ha pasado a ser casi perseguido, en aras de la salud, y con este cambio, ha perdido todo el glamour que le rodeaba, y, sus consumidores, estigmatizados.
Cigarettes, whisky et p’tites pépées · Léo Clarens et son orchestre
Ahora está prohibido en lugares cerrados, en bares y empresas, lo cual me parece bien, y en las entradas de los edificios hacen turnos cuadrillas de ellos, para darse una dosis a base de trompadas nerviosas más para satisfacer el vicio que por una razón estética o moda como lo fuera originalmente.
Paralelamente, han aparecido unas tiendas sustitutivas del tabaco que ofrecen como alternativa al fumar el vapear, es decir seguir gastando dinero, pero, ahora, en lugar de quemar y producir humo, se trata de tragar humo directamente, sin saber muy bien si ello es peor que lo anterior, pero tampoco importa.
Esto ha tenido una acogida exitosa en un principio, pero han proliferado tanto y tan rápido que no han permitido un trasiego de adaptación a los nuevos / viejos clientes y muchas de ellas, maravillosamente instaladas, coquetas y acogedoras, van recogiendo los útiles para destinar este espacio a un nuevo y futuro negocio. (De uñas, posiblemente).
Les cigarillos · Serge Gainsbourg
Por falta de tiempo de reubicación o ante la comprobación palpable de que los fumadores buscan, digámoslo, claramente, morir; tener la absoluta certeza de que ese es el camino, y, no aceptarán ningún otra opción si no les garantiza que la consecución de su objetivo ha de ser más rápida y segura. Fulgen.