Es un fatuo, un farfolla y un fanfarria. (Me han llegao nuevos descalificativos con la f. Fracias). El Jefe te refriega sus amoríos por la cara. Presume y repite, indefectiblemente, las mismas anécdotas.
Es previsible como un noticiero en Agosto. (Atascos, folleteo e incendios).
Me las se de memoria.
Que si se tiró (o se cepilló, su vulgaridad es ofensiva) a una cincuentona (pero de buen ver, las suyas siempre están buenas) que a su llegada a la buhardilla, le esperó, no sabiendo muy bien de donde brotaba, con «Je t’aime, moi non plus», para crear ambiente, calentar motores, entrar en materia, y él, con esa suficiencia y prepotencia que le caracteriza, le dijo: quítalo, no es necesario: yo ya vengo «entonao» de casa. Ya digo. Un impresentable.
Fulgen.